Tu voz en un airoso susurro
de recónditos rincones
en mi espacio se hizo eco.
Y en la luna se encontraron
las mil caricias que hiciste
en las cumbres de mi cuerpo.
La ventana secreta de mi alma
se abrió de par en par
con el sutil roce de tus dedos,
y melifluas y ambarinas gotas
de tus labios cayeron desparramadas
posándose melosas en mis pechos
que tú recorriste presuroso
con la humedad de tus besos.
Me dormiste entre olas y cascadas
de impetuosos soles y silencios
que llenaron de nubes de algodones
e hicieron realidad todos mis sueños.
ACM
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