Llegaste a mi vida sin permiso
en forma de río inabarcable,
de meteoritos que rompían mis
entrañas,
de huracanes maquiavélicos de
viento,
de mares violentos de
cristales,
con sangre que manaba de mi
vientre
haciendo de mis noches y mis
días,
un manto de ceniza
insoportable.
Tomé la decisión de detenerte,
y alcé un muro para frenar tu
avance,
mas, enfurecido, comenzaste a
vomitar
de mi abdomen las piedras
curativas
como expulsan los volcanes,
furiosos y voraces, su lava
incandescente,
partiendo en mil añicos mis
glaciares
abruptos, exhaustos y malheridos,
en una cruenta guerra en la
que yo,
no permitía que de mi cuerpo
pudieras llegar a alimentarte.
Y lleno de indignación, enojo
y rabia,
decidiste que entraran, una y
otra vez,
los cuchillos afilados en mi
cuerpo
como castigo cruel a mi valor,
a mi osadía y a mi constancia,
partiendo en mil pedazos mi
universo.
Y yo me armé de un valor
desconocido,
buscando mi venganza en mil
batallas
para que en la mutilación de
mis caminos
no pudieras ni vencerme, ni
engañarme, ni abatirme,
ni exigirme con tu clásica
soberbia
que mis manos blandieran una
bandera blanca.
Y no te dejé colocar tu espada
en mi cabeza,
ni que borrases de mi rostro
la sonrisa,
ni que consiguieras, a pesar
de tus esfuerzos,
que te odiase, porque no
estaba sola en esa guerra.
A mi lado había gente que me
amaba
y que hacía de mi mar, un mar
en calma.
Y mientras tanto, silenciosos,
mis soldados interiores
se aliaron con ejércitos de
gente sanadora
que hacían de mis breves
despertares
miradores de horizontes de la
vida
que tenían todo el peso en mi
balanza,
y ahuyentaron con el humo de
su hoguera
cualquier atisbo de ataque a
mi esperanza.
Y aquí estamos ahora, tú y yo,
en punto muerto.
Yo te muestro mi indiferencia
y tú,
tú no avanzas.
No somos amigos, no, ni lo
seremos,
que con tu forma de ser casi
me matas.
Pero sí sé que estarás ahí
dentro, al acecho,
esperando que aflojen mis
defensas,
y me hallarás siempre mirándote
a la cara.
No te quiero ni ver, pero te
veo, cruel enemigo,
aunque, ¿sabes qué?
Jamás podrás llegar a mi alma.
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