6 de mayo de 2012

Para mi madre.

Tu cuerpo dio cuerpo al mío.
Me alumbraste con dolor
una mañana de verano,
y  guiaste  mis pasos
por un mundo de mieles
al calor de tu seno.
Tu mano hizo de faro,
tus ojos, de sendero,
tu oído, de caricias,
tu llanto, de silencios
cuando yo necesitaba
llenarme de amor materno.
 

Robé horas de tu sueño
cuando el mío se agitaba
en olas azuladas de dolores
y atroces temores eternos.
Bañaste con cariño
tanto desconsuelo
vivido en soledad;
y, aun en la distancia,
solo oír tu voz fortalecía
aquellos momentos míos
de profundo miedo.
 
 
Por eso no solo hoy,
sino uno tras otro,
todos los días del año,
quisiera decirte:
Madre, ¡cuánto te quiero!