11 de julio de 2013

Palabras descuidadas en historias imposibles.

He leído miles de palabras en mil tipos de letras diferentes. He buscado comprender esas palabras azules escritas en hojas blancas para descubrir en ellas las horas de inquietudes y desvelos de las manos que las dibujaron, buscando una historia en la que hubiera historia. Y así encontré muchas historias diferentes.

Había historias de llanto, de horas de vuelo, de risas sin aliento, de tardes sin parque, de lunas sin soles, de esperanzas truncadas, de sueños perdidos, de preguntas sin respuestas, de miedo al vacío, de mañanas sin futuro..., historias seductoras que acababan transformándose en caramelos envueltos en papel de lija.

También encontré historias llenas de palabras anodinas, de horas perezosas, de ideas encontradas, de argucias ilegibles, de engaños manifiestos..., historias ligeras que solo pretendían justificar una tarea no realizada.

He leído todas ellas buscando la brillantez, la originalidad, la preparación, pero después de leer muchas de esas historias, hoy solo soy una maestra desencantada.