22 de octubre de 2016

El campamento indio




¿Qué importa el lugar si permanece el sentimiento?

Unos indios pieles rojas (los llamaban así porque pintaban su piel blanca de color rojo para preservarla de cualquier tipo de ataque), buscaban un lugar en el que  poder practicar un juego muy divertido contra miembros de otros pueblos que, aunque no eran indios, querían enfrentarse a ellos para demostrar su infundada superioridad y dejar constancia de quiénes mandaban en aquellas tierras. Cuando por fin lo hallaron, al lado de un río, instalaron allí su campamento y lo llamaron Estadio Vicente Calderón.

Rápidamente se pusieron manos a la obra para convertir aquel solar en un hogar deportivo a cielo abierto en el que cualquier indio piel roja pudiera acudir a ver las competiciones, así que hicieron unas rastras a modo de gradas aprovechando las pendientes del terreno para situar allí a sus seguidores. En el centro, dejaron un gran rectángulo plano para el ir y venir constante de los jugadores elegidos por cada equipo para introducir lo que llamaban pelota dentro de unas redes. Ser vencedor era muy importante para los indios pieles rojas, pues su Gran Jefe había inculcado en ellos la importancia de salir siempre a ganar, ganar, ganar y volver a ganar, defendiendo a muerte aquellos colores que representaban a su pueblo, aunque constantemente les insistía en que el valor del corazón y del sentimiento hacia aquellos colores de sus plumas debía reflejarse siempre no solo cuando jugaban en su campamento, sino también fuera de él.

Y allí estuvieron acampados durante cincuenta años en los cuales aquella tribu creció tanto que hubo que desmontar el campamento para marchar a otro hogar más grande y cómodo que acogiese a quienes acudían, cada vez en mayor número, a disfrutar del juego de los que llevaban la piel blanca pintada de franjas rojas. Fue tan importante que, de ello, se escribieron crónicas para que nunca se perdiera la esencia de lo allí vivido. Ahora tocaba hacer del nuevo campamento un hogar como el que habían dejado atrás, aunque sabían que lo que ellos consideraban su casa permanecería para la eternidad en el corazón de todos los indios pieles rojas.

¡Ah! Aquella nueva casa rojiblanca se llamaba Estadio Metropolitano. Pero eso ya lo sabían, ¿no?